Cual es el problema de nuestra generación

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Ocurre que a menudo nos preguntamos ¿por qué? cuando en realidad la respuesta siempre está en nosotros. Y sí, mucho se ha hablado de que ‘el cambio empieza por uno’, pero ¿sabemos qué cambiar? Quizás, la comodidad, y no en sí la pereza, sea la madre de todos nuestros vicios. El problema de nuestra generación es que se echa a la cama antes de hacerse fama. Bien lo dijo Pedro Piedra en su canción Inteligencia dormida, y parece que cada día intentáramos confirmarlo. Los planes, los proyectos, las ideas… sobran. Sin embargo, hay sequía de acciones. Lo queremos todo fácil, todo a través de contactos, todo porque lo merecemos. ¿Lo merecemos? No sé, quizás al décimo F5 que hacemos por hora, deberíamos replanteárnoslo. El problema de nuestra generación es que cree que el dinero, la fama y el amor le va a llegar por e-mail.

Ocurre que a menudo nos preguntamos ¿por qué? cuando en realidad la respuesta siempre está en nosotros. Y sí, mucho se ha hablado de que ‘el cambio empieza por uno’, pero ¿sabemos qué cambiar? Quizás, la comodidad, y no en sí la pereza, sea la madre de todos nuestros vicios. El problema de nuestra generación es que se echa a la cama antes de hacerse fama. Bien lo dijo Pedro Piedra en su canción Inteligencia dormida, y parece que cada día intentáramos confirmarlo. Los planes, los proyectos, las ideas… sobran. Sin embargo, hay sequía de acciones. Lo queremos todo fácil, todo a través de contactos, todo porque lo merecemos. ¿Lo merecemos? No sé, quizás al décimo F5 que hacemos por hora, deberíamos replanteárnoslo. El problema de nuestra generación es que cree que el dinero, la fama y el amor le va a llegar por e-mail.

Bueno, pero ¿qué podemos esperar de una generación que deja a sus parejas por mensajes de Facebook? Ah, la cobardía. Qué poco sexy nos luce a veces. Seguro es más cómodo luchar detrás de una computadora, amar en 140 caracteres y cambiar el mundo subiendo la fotografía de un perrito con un mensaje en Comic Sans. Las campañas de concienciación social, cultural, política, ambiental; sobran en las redes sociales. Un me gusta aquí, un me gusta allá y fin a tanta polémica. El interés interesado. Ése con el cual pretendemos que algo nos importa —momentáneamente— sólo para que otros vean que nos importa. El problema de nuestra generación es que confunde inteligencia y éxito con títulos universitarios. Ah, las apariencias.

Citar a muchos autores en un artículo, tampoco es sinónimo de inteligencia. No se confundan. O sí, como dijo Heidegger. Sin embargo, lo más triste de nuestro caso es que nos jactamos de modernos cuando aún hay hombres que se ponen incómodos al comprar tampones y mujeres incómodas al comprar condones. La ironía, a veces, ni siquiera se toma la molestia de esconderse. Tantos doctorados en el extranjero, pero seguimos fallando en lo fundamental: el qué dirán. El problema de nuestra generación es que todavía existen mujeres que aunque saben que su novio le es infiel, creen que es peor no tener novio. Pánico escénico a la soledad. Como si detestáramos nuestra compañía.

Y tanto la detestamos que idealizar también resulta una idea genial. Claro, si podemos denunciar injusticias con favs, por qué no enamorarnos de personajes con miles de seguidores en Twitter, acostarnos con ellos y de pronto, levantarnos con personas. Ah, la realidad. Qué triste luce todo cuando nos quedamos sin Internet, y entonces, nos encontramos con la vida. El problema de nuestra generación es que se enamora de la idea de estar con una persona y no de la persona. Nos falta aterrizar. Nos falta acabar con ese espíritu hippie renacido que hace quedar mal a la Teoría de la Evolución. Pobre Darwin.

El problema de nuestra generación es que es ésta, y no otra. Cualquiera. Tal como pensaban los de la generación anterior.

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