Matthew, el huracán más potente del Caribe en casi una década golpeó este martes a Haití, con vientos de 230 km/h y fuertes lluvias.
De acuerdo al último informe del Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos , Matthew, de categoría 4, tocó tierra cerca de Les Anglais, en el extremo oriental del país, y se mueve hacia el este de Cuba.
Informes desde la costa sur indican que varias comunidades quedaron anegadas por el agua.
El alcalde de Les Cayes, Jean Gabriel Fortuné, dijo que casi todos los edificios de su ciudad habían perdido sus techos por los fuertes vientos y muchas de las casas más débiles habían sido destruidas. Mientras que las calles estaban inundadas por la marejada.
El alcalde dijo que hubo numerosas muertes aunque de la magnitud de los daños personas aún no es conocida.
Según el periódico Diario Libre, de República Dominicana, el Centro de Operaciones de Emergencia (COE) informó que cuatro personas habían muerto a causa de los deslizamientos de tierra producidos por las lluvias: dos niñas de ocho y diez años, un niño de cinco años, y un oficial retirado.
El presidente interino de Hatí, Jocelerme Privert, dijo más temprano que algunas personas que no habían respetado las alertas habían muerto, pero no dio más detalles.
Haití es uno de los países más pobres del mundo y muchos de sus 11 millones de habitantes viven en zonas propensas a las inundaciones y en viviendas endebles.
El país no se ha recuperado del devastador terremoto de 2010 ni de una extensa epidemia de cólera que trajeron soldados de Naciones Unidas.
Haití ha recibido un golpe brutal. Las condiciones aquí son atroces. Dar un paso afuera es igual a empaparse en cuestión de segundos.
Los más vulnerables fueron quienes viven en las chozas a lo largo de la costa occidental. Allí, las grandes marejadas son el principal peligro.
Esta tormenta de categoría 4 llega a este empobrecido país que todavía trata de recuperarse del terremoto de 2010 que mató a más de 200.000 personas, y una epidemia de cólera que llegó después del sismo.
Muchos de ellos viven en los barrios marginales que ofrecen poca protección contra los fuertes vientos y lluvias. Y muchos se negaron a evacuar, por temor a que sus pocas pertenencias que les quedan fuesen robadas.