Cumbre del G20
¿Qué es el G-20 y qué países lo componen?
Conoce el origen del G-20 y descubra por qué es importante la cumbre que se realizará en Argentina.
El Grupo de los Veinte o G20
Se reúne entre el viernes 30 y sábado 1 de diciembre en la ciudad de Buenos Aires en Argentina con el objetivo de debatir temas como el terrorismo, el crecimiento económico, el comercio, el desarrollo sostenible, el clima y la energía. Conoce el origen del G-20 y descubra por qué es importante.
¿Qué es el G20?
Es un foro integrado por los 20 países más ricos del mundo, que representan el 85% de la economía mundial. El foro es un espacio de cooperación y consultas entre los países en temas relacionados con el sistema financiero internacional. Además estudia, revisa y promueve discusiones sobre temas relacionados con los países industrializados y las economías emergentes.
¿Quiénes lo integran?
El G20 se compone de Argentina, Australia, Brasil, Canadá, China, Francia, Alemania, India, Indonesia, Italia, Japón, México, República de Corea, Rusia, Arabia Saudita, Sudáfrica, Turquía, el Reino Unido, los Estados Unidos y la Unión Europea (UE).
¿Por qué fue creado?
El G-20 se concibió en Washington el 25 de septiembre de 1999 como una respuesta a la crisis financiera de fines de los años 90. Su primera reunión se realizó el 15 y 16 de diciembre de ese año en Berlín, Alemania. Luego de la crisis financiera mundial en 2008, el G20 cambio de formato e incluyó no solo la participación de los jefes de Estados y de Gobierno, sino también de representantes de las Naciones Unidas, del Fondo Monetario Internacional (FMI), del Banco Mundial y del Foro de Estabilidad Financiera.
Los jefes de Estado y de Gobierno empiezan este viernes una reunión de la organización en Buenos Aires marcada por las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China y choques diplomáticos como el que enfrenta a Rusia con Ucrania
Estados Unidos encabezó la marcha del mundo hacia la integración. Impulsó las instituciones multilaterales. Hasta cierto punto, creó la realidad en que vivimos hoy. Eso se acabó. Donald Trump ha conseguido convertir la primera potencia mundial en un país aislado frente a todos los demás. Eso se refleja en la declaración final de la reunión del Grupo de los 20 (G20) en Buenos Aires: todos, salvo Trump, afirman que el acuerdo de París contra el cambio climático es «irreversible». El presidente de Estados Unidos aceptó firmar el texto, con la condición de que especificara que su país «reitera la decisión de retirarse del acuerdo de París». «El sistema multilateral está en crisis», admitió el presidente de Francia, Emmanuel Macron.
El G20, constituido en su actual formato hace exactamente 10 años, cuando la crisis financiera amenazaba con paralizar la economía global, empieza a perder utilidad. Entonces, el liderazgo de Barack Obama permitió mantener la circulación del dinero (con grandes regalos para la banca y grandes sacrificios para el contribuyente) y evitó un colapso similar al de 1929. Pero Trump juega su propio juego. Parece disfrutar saboteando las reuniones internacionales. El año pasado, en Hamburgo, el G20 apenas fue capaz de emitir un comunicado final vago y exento de nuevas ideas o proyectos de importancia. Al menos se llenaron diez folios. Este fin de semana, en Buenos Aires, la reunión ha generado un texto de cuatro folios que impresiona por su vacuidad. En ese sentido, puede hablarse de fracaso.
No se habla de la enésima crisis entre Rusia y Ucrania: Vladimir Putin no lo habría permitido. No se habla de la guerra en Yemen: el príncipe saudí Mohamed Bin Salmán ha salido con bien de la cumbre. Las referencias a los fenómenos migratorios son literalmente eso, referencias: se «toma nota» del informe sobre migraciones preparado por varias instituciones, entre ellas Naciones Unidas y la OCDE, y se afirma que «los grandes movimientos de refugiados son un problema global» que requiere «acciones comunes» para abordar las causas y responder a «las crecientes necesidades humanitarias». Se despeja hacia la próxima reunión la reforma de la Organización Mundial de Comercio (OMC). Se despeja también el nuevo reparto de cuotas entre los accionistas del Fondo Monetario Internacional. Algunas cuestiones concretas, como la afirmación de que hay que mejorar la educación de las niñas en los países más pobres, no enmascaran la vacuidad del texto.
Estas reuniones se vertebran en torno a un texto básico pactado por los negociadores de cada país, los llamados sherpas. Los negociadores argentinos admitían en vísperas de la cumbre, paradójicamente dedicada a «crear consenso», que el consenso era mínimo. Cualquier posible mejora pasaba por el diálogo directo entre los líderes. Pero es difícil conseguir algo cuando el presidente de la mayor potencia no acepta siquiera participar en la sesión «cara a cara», una hora en la que, sin delegaciones ni agenda concreta, los participantes se congregan en una sala provista de butacas para dialogar, en común o por grupos. Trump evitó la sesión celebrada en la llamada Saladel Mandala. Si hacía falta una señal clara de que no le interesan las negociaciones a múltiples bandas, fue esa.
Macron quería erigirse en alternativa a Trump en lo que se refiere al calentamiento global y, a partir de ahí, en otros asuntos. Hasta cierto punto, lo consiguió. China se puso de su lado, con un mayor o menor grado de cinismo. Incluso Turquía se envainó sus reticencias y se mantuvo dentro del Acuerdo de París, impulsado por el expresidente François Hollande y concretado por el propio Macron en una cumbre celebrada hace un año en París, sin la presencia de Trump. «Hagamos el mundo grande otra vez», proclamó entonces Macron a través de las redes sociales, parodiando el lema electoral de Trump: «Hagamos América grande otra vez».
El presidente francés aisló a Trump. Su victoria, sin embargo, fue amarga. Mientras se cerraba la cumbre de Buenos Aires, ardía París. Y los terribles disturbios se debían, en buena parte, a la aplicación de las políticas exigidas por los acuerdos para combatir el calentamiento global. Macron es percibido por muchos franceses como arrogante, tecnocrático y elitista, y las protestas en las calles se fundamentan en ese rechazo. Pero el detonante de los disturbios de este sábado fue el alza de los precios del gasóleo, que perjudica a la población suburbana y rural. El gasóleo es un combustible muy contaminante. Por otro lado, resulta difícil explicar a los millones de franceses que necesitan el automóvil para desplazarse, lejos del medio urbano y de los transportes colectivos, que les corresponde a ellos, el sector más empobrecido de la sociedad, cargar con la factura de las políticas ecológicas.
Frente al aislamiento de Trump, la discutible victoria de Macron, la sonrisa irónica de Vladimir Putin y el alivio del anfitrión, el presidente argentino Mauricio Macri, por haber conseguido al menos que todos firmaran un comunicado conjunto, destacó la potencia de China. Xi Jinping fue el
interlocutor al que todos buscaron. El presidente chino no es inocente en la guerra comercial que le enfrenta a Estados Unidos, porque su «capitalismo de Estado» y su desparpajo en la apropiación de tecnologías ajenas vulneran las reglas internacionales, pero sabe jugar a la diplomacia, asume algunos compromisos y derrama inversiones por el mundo. El altísimo número de participantes chinos, entre delegaciones oficiales y periodistas, está convirtiéndose en una característica de las reuniones internacionales.
Las imágenes de la cumbre del G20 en Argentina
Manifestantes participan en una movilización en contra de la Cumbre del G20, en Buenos Aires (Argentina), el 30 de noviembre de 2018. Organizaciones sociales, políticas y activistas se han sumado a una marcha convocada por la Confluencia Fuera G20-Fondo Monetario Internacional (FMI), como parte de la actividades que rechazan la cumbre de líderes que se desarrolla entre este viernes y el sábado en la capital argentina.
Donald Trump, a la derecha, camina frente al príncipe saudí Mohammed bin Salman (arriba a la derecha), Michel Temer y Vladimir Putin, el 30 de noviembre de 2018.
Un cordón de la policía militar durante la manifestación en torno a la Cumbre de Líderes del G20, en Buenos Aires (Argentina), el 30 de noviembre de 2018.
Vladimir Putin y Donald Trump en un momento del primer día de reunión del G20.
Miembros del MST (Movimiento Socialista de los Trabajadores) durante la movilización en contra de la presentación del G20 en Buenos Aires (Argentina), el 30 de noviembre de 2018. Aparte del rechazo al G20 los reclamos a nivel nacional irán dirigidos hacia la ‘política del ajuste’ del Ejecutivo y hacia las medidas de Mauricio Macri que han aumentado la deuda externa.
De izquierda a derecha: Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea, los primeros ministros de Reino Unido (Theresa May) e Italia (Giuseppe Conte), el presidente francés (Emmanuel Macron) y el del Consejo Europeo (Donald Tusk), el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, y el primer ministro holandés, Mark Rutte, durante los preparativos para una fotografía antes del inicio del G20.
Manifestantes portan pancartas en las que se puede leer «Fuera el FMI», «Fuera Trump» durante una concentración en Buenos Aires, por la reunión del G20 en Argentina, el 30 de noviembre de 2018.
Los presidentses de México (Enrique Peña Nieto) y Estados Unidos (Donald Trump) y el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, firman el nuevo acuerdo de libre comercio entre los tres países durante la cumbre del G20 en Buenos Aires.
La cabecera de la manifestación porta una pancarta en al que se puede leer «Quieren guerra y no les daremos paz», en Buenos Aires (Argentina), el 30 de noviembre de 2018.
Donald Trump mira al príncipe saudí Mohammed bin Salman.
Foto de familia de los líderes presentes en la cumbre del G20 en Buenos Aires, el 30 de noviembre de 2018.
Donald Trump durante una rueda de prensa junto al Secretario de Estado Mike Pompeo y el Asesor de Seguridad Nacional John Bolton, durante una reunión con el Primer Ministro de Japón, Shinzo Abe, el viernes 30 de noviembre de 2018 en Buenos Aires.
El presidente ruso, Vladímir Putin, a su llegada al aeropuerto de Ezeiza de Buenos Aires.
Donald Trump comprueba el audífono con el que escucha la traducción de las declaraciones de Mauricio Macri en la Casa Rosada.
El presidente francés, Emmanuel Macron (a la izquierda), saluda a su homólogo argentino, Mauricio Macri, durante una rueda de prensa en la Casa Rosada de Buenos Aires.