El nuevo pacto entre PP y PSOE margina a Podemos y a Ciudadanos

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PP y PSOE se han hecho con el mando de la política española. Rajoy ha logrado su sueño de gobernar con medidas económicas pactadas con los socialistas. El PSOE se ha colgado la medalla de la subida del salario mínimo

El bipartidismo ha vuelto a adueñarse de la vida política española, esta vez en forma de acuerdo. El entendimiento de PP y PSOE en materia económica está marcando los primeros compases de la legislatura y ha arrinconado a Podemos y Ciudadanos. Rajoy ha permitido al PSOE colgarse la vistosa medalla de la subida del salario mínimo.

Un mes después de ser elegido presidente del Gobierno, Mariano Rajoy ha encontrado lo que venía buscando desde las elecciones del 20-D: un entendimiento fecundo con el PSOE en su tarea de gobernar. El líder del PP ha conectado bien -en lo personal y en lo político- con el presidente de la Gestora del PSOE, Javier Fernández. El secretario de Estado de Relaciones con las Cortes, José Luis Ayllón, mantiene un diálogo casi diario con el portavoz socialista, Antonio Hernando. Y éste último es cortejado por los ministros económicos para hablar del techo de gasto, de los objetivos de déficit y de los Presupuestos. El cambio político en España es ahora mismo el regreso a escena del denostado bipartidismo. PSOE y PP se han hecho con el control de la política en el Parlamento y han arrinconado a los nuevos partidos, Podemos y Ciudadanos. Pablo Iglesias ha optado por manifestarse en la calle y Albert Rivera sobrevive en el limbo de los justos y generosos.

En los aún cercanos tiempos del desorden institucional, Rajoy dijo muchas veces -sin que nadie le echara mucha cuenta- que la nueva política de verdad sería que PSOE y PP pudieran llegar a entenderse para gobernar con normalidad, después de 40 años turnándose como Gobierno y oposición. Los primeros compases de la legislatura van por el camino que indicaba el jefe del Ejecutivo. Rajoy fue elegido presidente gracias a la abstención del PSOE y ahora las primeras medidas de impacto económico las está pactando también con los socialistas. Ciudadanos -que tiene un pacto firmado con el PP- se entera de los acuerdos por la prensa, como han reconocido de forma estoica sus dirigentes.

La satisfacción en ambos actores políticos principales es evidente. Los dirigentes del PP presumen de haber dado un giro a su imagen de partido prepotente e incapaz de entenderse con nadie. La evidencia definitiva de este cambio de rumbo del Gobierno hacia el diálogo, el consenso y la empatía, está encarnada en un hombre: Cristóbal Montoro. El ministro de Hacienda repite en el cargo, pero se comporta como si fuera una persona distinta a aquel político pendenciero que se peleaba con el universo todas las semanas. Montoro es ahora Cristóbal. Para todos sus interlocutores. El ministro de las buenas palabras, dispuesto a pactar la política presupuestaria y a dejar de acogotar a las comunidades con el déficit.

Por su parte, la dirección provisional del PSOE se vanagloria de sus logros concretos, contantes y sonantes, frente a «la gestualidad vistosa pero improductiva» de Podemos. Susana Díaz, inspiradora de la estrategia socialista en este tiempo de interinidad hasta el Congreso, lo resumió con claridad. «Nosotros tenemos que estar en la oposición útil. No tiene esas imágenes llamativas que busca el señor Iglesias, pero tiene una rentabilidad social enorme, que es que la gente vive mejor».

El primer gran logro del PSOE ha sido arrancar al Gobierno una subida del 30% en el salario mínimo. La satisfacción socialista en este punto es doble: no sólo se ha visualizado que el PSOE es capaz de hacer cambiar a Rajoy, sino que también ha madrugado a Podemos una iniciativa que era suya. El grupo parlamentario de Unidos Podemos presentó una proposición para subir el salario mínimo hasta los 800 euros, hasta alcanzar los 950 en 2020. La iniciativa fue aprobada por el pleno del Congreso, con los votos a favor del PSOE. El PP votó en contra. Sin embargo, dos días más tarde, el Gobierno accedió a aumentar de una tacada el salario mínimo hasta 706 euros, un 30% más. Horas después de que el PSOE pusiera esta condición para negociar el objetivo de déficit de las comunidades.

Las fuentes gubernamentales consultadas señalan que la subida del salario mínimo no fue producto de una ardua y complicada negociación, sino de la voluntad política expresa de Mariano Rajoy de permitir que los socialistas se colgaran la medalla en exclusiva para rentabilizar una medida social con la que arrebatar la bandera a Podemos. Los ministros implicados ejecutaron las instrucciones del presidente del Gobierno y cerraron el trato con Antonio Hernando. Cuando el portavoz del PSOE anunció que el aumento del salario mínimo era una condición sine qua non para negociar las cifras de déficit, Hernando ya sabía que el Gobierno estaba dispuesto a aceptarlo porque los ministros se lo habían comunicado en las reuniones previas. Las fuentes consultadas atribuyen mucha relevancia en la estrategia socialista al papel del portavoz, un político experimentado para ejecutar de forma eficaz las instrucciones de la Gestora.

El mensaje que los socialistas han querido dar a los ciudadanos con este acuerdo está directamente vinculado a la pelea que PSOE y Podemos mantienen por alzarse con la primogenitura de la oposición. «Nosotros conseguimos avances concretos, cosas que afectan a la vida de los españoles, mientras que ellos están en la gestualidad permanente y en la calle». Lo cierto es que el aumento del salario mínimo dejó algo descolocados a los dirigentes de Podemos. Íñigo Errejón afeó la decisión del PSOE de aceptar una subida «mucho más modesta» que la aprobada por el Congreso y concluyó que era «una excusa» para apoyar al Gobierno en el techo de gasto. Aunque los socialistas están completamente seguros de que esta estrategia les dará frutos para recuperar el terreno perdido y no albergan ninguna duda de que Pablo Iglesias se está equivocando, los datos de una encuesta de May Word difundida por la cadena Ser indican que la mayoría de los votantes socialistas perciben a Podemos como un partido que defiende mejor los intereses de los ciudadanos y que el PSOE sigue en caída libre. Una vez acallado Pedro Sánchez y dispersas sus huestes, hay unanimidad en las caras visibles del PSOE en que su principal objetivo político es arrinconar a Podemos, situarle en la radicalidad y arremeter contra su líder. Al margen de que en ocasiones puedan votar a favor de sus propuestas en el Congreso.

El Gobierno no disimula su júbilo por la colaboración del PSOE. Mariano Rajoy ha trasladado en numerosas ocasiones a la dirección del PP que está dispuesto a echar una mano a los socialistas hasta donde ellos se dejen en la tarea de recuperar al PSOE tradicional. La subida del salario mínimo ha sido la primera ayuda, pero si los socialistas están dispuestos a colaborar en la gobernabilidad vendrán más.

«Los dos partidos hemos ganado mucho con estos acuerdos. Hemos normalizado la cultura del pacto. El Gobierno puede gobernar sin sobresaltos y el PSOE puede apuntarse el triunfo para demostrar que la política no es nueva ni vieja. Es simplemente buena o mala. Y los partidos nuevos dan muestras de inconsistencia. Al final, es la solidez política frente al radicalismo o la evanescencia», aseguran los interlocutores gubernamentales.

El PP no alberga una especial inquietud por el visible enfado de Ciudadanos, que no ha logrado el estatus de socio preferente que buscaba con su pacto para votar sí a Rajoy. Los ministros, el secretario de Estado de Relaciones con las Cortes y los portavoces del PP son educados y gentiles con los dirigentes de Ciudadanos y están siempre dispuestos a hablar con ellos. Lo que Mariano Rajoy no ha querido, de momento, es regalarle a Albert Rivera ninguna medalla concreta en materia económica o social para que se la pueda colgar como propia ante la opinión pública.

«Podrían haberse apuntado a la subida del salario mínimo, en vez de reaccionar como si les hubiera sentado mal. Tenemos un acuerdo con ellos y queremos cumplirlo, trabajamos para llegar a acuerdos como con otros partidos, pero Ciudadanos tiene que asumir que juntos no sumamos mayoría absoluta, por lo que su papel no puede ser tan decisivo como ellos pretenden», aseguran fuentes populares.

Los negociadores del PP añaden que el partido naranja tiene que moderar su «ansiedad» de vender logros políticos todos los días en los medios de comunicación.

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